Un grupo de productores del centro y sur de Córdoba realizaron la primera exportación de alfalfa, en «minifardos» que son 50% más pequeños que los tradicionales. Apuntan al nicho premium de los criadores de caballos.
Son seis productores: cuatro de Hernando, uno, de Dalmacio Vélez Sársfield y otro, de Río Cuarto. En conjunto, trabajan unas 250 hectáreas con alfalfa que, hasta hace tres años, vendían por separado en sus formatos tradicionales de fardos y rollos.
En 2017, con el asesoramiento como coordinador de Jorge Mansilla y el impulso del intendente de Hernando, Gustavo Botasso, se reunieron y empezaron a formar parte del programa de grupos exportadores de la Agencia ProCórdoba, bajo la denominación Grupo Alfasud.
Apenas tres años después, ya no es sólo un grupo exportador, sino una empresa legalmente constituida como Alfalfas Alfasud SAS, que dio su primer gran paso: enviaron el primer contenedor a una firma comercializadora de forrajes de Aruba.
“No sólo fue nuestra primera exportación, sino también nuestra primera operación. La personería jurídica la recibimos en mayo de 2019 y hace sólo dos meses nos inscribimos como exportadores, cuando tuvimos la certeza de este primer embarque”, explica Jorge Mansilla, socio administrador de Alfasud.
El aspecto distintivo es el formato del forraje conservado que desarrollan: “minifardos” que tienen 0,07 metros cúbicos, la mitad de un fardo tradicional que ocupa un volumen de 0,14 metros cúbicos. Lo hacen a través de un proceso de compactado especial desarrollado con una prensa que construyeron con la ayuda de Industria Metalúrgica Gentili, una empresa de Tancacha.
“Desde las primeras reuniones, el objetivo fue dilucidar a qué nos íbamos a dedicar, porque tenía que ser algo diferenciador. Determinamos que, para ganar competitividad, sobre todo en el aspecto logístico por el gran volumen que tienen los fardos en relación a su peso, debíamos reconvertirlos. Así desarrollamos esto que los bautizamos como ‘bombones’ de alfalfa”, relata Mansilla.
Una clave en este contexto es que la compactadora lo único que hace es quitarle aire al fardo, que no pierde peso: se mantiene en torno a 22 kilos por “bombón”. Así, en un contenedor de 40 pies, pueden entrar 950 “minifardos”, contra 450 en el caso de los tradicionales. “Un problema de Argentina es que está lejos de los mercados centrales, entonces es una odisea llegar con precios competitivos, hay que ser muy ingenioso para lograrlo”, explica Mansilla.
Nada se pierde
En este contexto, lo más importante es que con la compactación tampoco se pierde calidad nutricional. Un estudio elaborado por el Inta Manfredi determinó que el producto tiene 12 por ciento de humedad, 23 por ciento de proteína, 86 por ciento de materia seca y 67 por ciento de digestibilidad.
Además, los procesos no requieren de un trabajo extra en el campo. Los productores siembran las mismas variedades –Pampeana 9, Cal West 8/9 y Palo Verde 9– que utilizan para elaborar fardos y rollos para sus ventas o consumo particular.
En términos de uso de fitosanitarios o de proceso de hilerado, la exportación a Aruba no requirió de ningún tipo de parámetro diferenciador. Sobre este punto, la apuesta máxima de Alfasud es llegar al mercado de los criadores de caballos de polo y de carrera de China, donde sí los protocolos son más exigentes.
“La calidad de los fardos está dada por la cantidad de hojas que tenga: como ya viene hecho desde el campo; lo único que se hace es reducirlo y secarlo durante más o menos un mes para que pueda ser llevado en un contenedor. Y se lo envuelve en una tela de rafia que ayuda a mantener la alfalfa compactada”, explica Mansilla.
Este valor agregado implica que el producto tenga un costo de cuatro dólares, un dólar más que lo que se paga en el mercado interno por un fardo tradicional. A la hora de exportarlo, el costo se eleva a cerca de 10 dólares.
Por eso la apuesta es llegar a nichos premium, como las aras de caballos de elite, aunque Mansilla considera que para establecimientos ganaderos y tambos podría ser una buena alternativa, entre otras cosas por su beneficio logístico. Es que un camión puede llevar el doble de alfalfa, y también se puede almacenar de manera más ordenada y limpia.
Si se tiene en cuenta que, en promedio, en Córdoba la alfalfa rinde unos seis cortes por año y que los productores del grupo obtienen un rendimiento de entre 16 y 18 toneladas por hectárea, el cálculo de Alfasud es que si destinaran el 100 por ciento de lo que producen a los “minifardos” podrían producir entre 180 mil y 190 mil por año. Significan entre 80 y 100 contenedores; es decir, unos siete u ocho mensuales.
“Nos conformamos con dos o tres máximo por mes. Además del envío a Aruba y el interés de China, hemos tenido pedido de cotizaciones de los Emiratos Árabes, Brasil, Uruguay, Perú, Ucrania y Turquía”, se entusiasma Mansilla.
Silvio Ré
Agrovoz (SLT-FAUBA)