Manejo: papa y batata para producir carne y leche

Suministro de papa y trozos a vacas lecheras

Similar a lo que sucede con los subproductos de la industria frutícola, existe una serie de residuos o subproductos hortícolas que normalmente son desaprovechados y, mucho peor, arrojados al suelo o cursos de agua (arroyos o ríos) contaminando el medio ambiente, en lugar de transformarlos en carne o leche bovina. En esta nota se describirán algunas características y usos de la batata y papa.

Las hojas y tallos de la batata tienen mayores niveles de proteína (20-22%) y fibra (42-50% fibra detergente neutra -FDN-) que los tubérculos (7 y 15%, respectivamente), aunque con muy bajo contenido energético (35-40% de digestibilidad). En tanto, los tubérculos tienen niveles altos de energía (85-90% de digestibilidad y 65-70% de almidón), similar al contenido de almidón del grano de maíz o sorgo).

Por ello, se debe hacer un adecuado acostumbramiento (no menos de 1 semanas) para evitar problemas de acidosis, suministrando cantidades bajas al comienzo y elevando paulatinamente la proporción de tubérculos, siempre y cuando, no se registren ningún síntoma (ni heces chirlas ni renguera ni otros síntomas típicos de acidosis). En todos los casos, se aconseja que los tubérculos no contengan tierra porque puede contener bacterias y virus. Para ello, se deberían lavar los mismos. Este consejo se aplica también a la papa.

No se aconseja suministrar más del 30% MS de tubérculo de batata de la dieta para vacunos, tanto de carne como de leche. Mientras que de hojas de batata se puede suministrar hasta el 50% de la MS de la dieta, siempre y cuando, se balancee adecuadamente los requerimientos proteicos y energéticos de la categoría de animales que se esté empleando.

Uso de papa

La papa es uno de los tubérculos más cultivados en todo el mundo. Tanto el tubérculo de papa que no se puede comercializar por su madurez como los trazos, cáscara y otros residuos de la industria pueden ser utilizados y con éxito en la alimentación de rumiantes.

Cascara de papa

La cascara de papa (CP) contiene la mayor parte de las proteínas (21-23%) y fibra (FDN: 28-30%) y niveles medios de almidón (20-23%). Es usada en rumiantes y cerdos, la cual es muy palatable. Similar a lo que ocurre con la batata, es aconsejable que no tenga tierra para evitar problemas con virus o bacterias.

Vacas lecheras de 25-30 l de leche/día se pueden consumir unos 25-30 kg de CP junto con 3-4 kg de grano de cereal. Con vacunos para carne los consumos pueden elevarse hasta 40 kg de CP/día, corrigiendo el aporte de proteína y fibra de acuerdo a la categoría que se trate.

Trozos de papa

Se denominan trazos de papa (TP) a los recortes de papa “pelada”. Comparada con la CP los TP contienen menores niveles de proteínas (8-10%) y de FDN (3-5%). Sin embargo, los niveles de Almidon son muy altos (72-75%) similares a los del grano de maíz.

En vacas lecheras pueden suministrarse hasta 15 kg/día junto con otros alimentos que mejoren el contenido en proteína y minerales. Mientras, que en vacunos para carne pueden suministrase “ad libitum” junto con forrajes verde u otro suplemento proteico.

También, el tubérculo de papa puede ensilarse, fermentando y estabilizándose fácilmente al alcanzar una alta acidez en forma rápida (pH 3.7 en 8-10 días).

La suplementación debe ser gradual. Debido a que la papa cruda no es muy apetecida para el paladar animal y, además, posee un efecto laxativo su inclusión en la dieta para el bovino debe llevarse a cabo de manera gradual.

Se puede suministrar a vacas lecheras unos 6 kilos de papa lavada y trozada y obtener resultados adecuados en producción de leche, siempre y cuando, se balancee el aporte proteico a través a forrajes frescos de buena calidad y/o subproductos proteicos derivados de la agroindustria.

Aníbal Fernández Mayer
La Nación

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En dólares, el precio del novillo es uno de los más bajos de la historia

Medido en valores blue de diciembre pasado, el precio actual del kilo vivo es 43 por ciento inferior al promedio de los años 1960-2020.

El precio del novillo en Liniers en el período 1960-2020, expresado en dólares libres y constantes a diciembre del 2020, resultó, en promedio, de 1,75 dólares por kilo vivo.

En la década de 1960, el novillo promedió 1,65 de dólares, y en la década de 1970, 1,76 por kilo, con un pico en 1973 (2,50 dólares en marzo de dicho año), antes de la intervención oficial del mercado (precios máximos) y del derrumbe de los valores internacionales de la carne vacuna.

Esa década terminó con el valor máximo de la serie, unos 4,40 dólares de poder adquisitivo de hoy, que se da en agosto de 1979 (la “semana loca” de Liniers), combinándose en ese momento precios muy altos para la hacienda con un tipo de cambio muy atrasado (la “tablita” del exministro de Economía José Martínez de Hoz).

En la década de 1980, el novillo promedió los 1,40 dólares, valor que se repitió en los ’90, con un máximo de 1,69 dólares en 1998.

A principios de la década de 2000, con el fin de la convertibilidad, el valor del novillo cayó hasta 55 centavos de dólar (marzo del 2002), aunque promedió los 1,03 dólares en la primera década. Entre 2010 y 2019, el promedio alcanzó 1,68 dólares por kilo, para caer en la actualidad a apenas un dólar.

Del análisis de esta serie se desprende que los precios más altos se han registrado, en la mayoría de los casos, por la combinación de un alto valor del ganado con un marcado atraso cambiario, y que dichos valores en dólares no se han sostenido por más de unos meses.

Al pico de marzo de 1973, le sucedió, solo dos años después, un precio para el ganado que era 67 por ciento menor, y dos años después del máximo histórico de agosto de 1979, el novillo en dólares constantes había caído 64 por ciento. En conclusión: el precio actual es 43% inferior al promedio de los años 1960-2020.

Aspiradora asiática

Durante 2020, China importó 1,9 millones de toneladas, de carne vacuna, 30% más que el año anterior, por valor de 10.180 millones de dólares (23,8% más).

Entre los principales abastecedores se destacan Brasil, con 761 mil toneladas (+127%) que significaron una facturación 4.175 millones de dólares (+99%); Argentina, con 432 mil toneladas (+31%) y 2.080 millones de dólares (+17%); Australia, con 241 mil toneladas (-15%); Uruguay, con 203 mil toneladas (-22%) y Nueva Zelanda, con 135 mil toneladas (-21%).

Estados Unidos, con 21.200 toneladas, por valor de 227 millones de dólares, y un precio promedio por tonelada de 10.700 dólares -el doble que el de sus competidores- empieza a figurar en el ranking de importadores.

El Mercosur participa con el 74% del volumen de carne vacuna importado por China, mientras que Oceanía lo hace con el 21%. En términos generales, en los últimos dos años avanza el Mercosur y retroceden Australia y Nueva Zelanda. El precio promedio de importación de China durante el año 2020 se ubicó en el orden de los 5300 dólares por tonelada.

Además de la carne vacuna, China importó cerdo por 11.880 millones, ovinos y caprinos por 1.740 millones, y pollo por 3.500 millones. En total, por el conjunto de todas las carnes rojas pagó 27.300 millones de dólares, sin computar las menudencias.

En el ranking de países proveedores de “carne”, en el 2020 se destacó Brasil, con 7.360 millones de dólares; seguido de España, con 2.675 millones; Estados Unidos, con 2.165 millones; Argentina, con 2345 millones; Australia, con 2.178 millones; Nueva Zelanda, con 1.848 millones; Alemania, con 1.273 millones; Dinamarca, con 1.082 millones; Canadá, con 1.044 millones; y Uruguay, con 887 millones.

Ignacio Iriarte
Agrovoz

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El déficit de oferta durará varios meses

La oferta proveniente de los corrales tardará en recuperarse: pese a la fuerte suba del precio del gordo, los márgenes del feedlot siguen siendo negativos por el valor del maíz.

Después de tres meses de registrarse una oferta ganadera muy alta, la faena finalmente cedió: en enero fue 14 por ciento más baja que en el inicio de 2020, y fue la menor en cinco años para el primer mes del ejercicio.

Fue especialmente marcada la caída en la faena de novillitos de dos dientes (-19 por ciento) y de vaquillonas de dos dientes (-21 por ciento), categorías exclusivamente de consumo.

Esta fuerte reducción explica por qué, pese a la baja del consumo, que en enero habría sido de sólo 45 kilos por habitante, los precios del ganado en pie cedieron: si bien la demanda es muy baja, la oferta también cayó de manera abrupta.

¿Por qué en enero se derrumbó la oferta ganadera? Por el lado de la hacienda liviana de consumo, durante los últimos cuatro meses el feedlot achicó el número de cabezas encerradas. La combinación de diferencias de compraventa muy negativas con la disparada del precio del maíz a partir de agosto, determino pérdidas muy fuertes por ciclo de engorde, que se acercaron a los nueve mil pesos por animal en noviembre.

La mayoría de los “feedloteros” durante el último trimestre redujo la reposición, pero esto se tradujo en una caída en la faena de ganado liviano recién en enero. La diferencia es que esta vez esa baja fue mucho más dramática que otros años. 

La oferta proveniente de los corrales no se recuperará en varios meses: pese a la fuerte suba del precio del gordo, los márgenes del feedlot siguen siendo negativos.

Ecuación

La ocupación de los corrales ha caído: muchos operadores siguen encerrando solo porque no se puede parar la rueda financiera, porque ya se tiene el alimento producido en el propio establecimiento (silo y grano), porque lejos de los puertos el maíz vale menos y es inevitable el engorde a corral, o porque se utiliza para el engorde algún subproducto barato.

También porque se apuesta a una nueva suba del ganado gordo para más adelante, o porque el corral es un eslabón irreemplazable en la cadena de valor de la carne (matarifes y frigoríficos), o porque no hacen bien las cuentas. La realidad es que el feedlot reducirá su actividad, pero no desaparecerá.

Con la seca, las recrías sobre pasturas, verdeos o campo natural se han atrasado, y con la suba del precio del maíz muchos invernadores han achicado o suprimido directamente la suplementación con grano. 

Así aparece de forma incipiente la oferta de terneros o novillitos recriados que el productor no quiere suplementar o encerrar para su terminación. El bache de oferta de ganado gordo que se está viendo tiene que ver con el efecto simultáneo de la seca y de la suba del maíz. 

Ahora que llovió en la mayor parte de las zonas ganaderas, el productor alarga el período de engorde sobre pasturas y reduce a lo indispensable el uso del grano. Se prolonga así el déficit de oferta: una retención de verano, después de meses muy adversos; la reposición está cara y escasa; y el novillo también es hoy una reserva de valor.Los más optimistas piensan que la ocupación comenzará a recuperarse a partir de febrero o marzo, con la nueva zafra de terneros, y que el bache de oferta por la seca y por el menor uso de maíz tenderá a regularizarse lentamente en dos o tres meses.

Agrovoz

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“Sabemos la nefasta trayectoria que tuvo”: respuesta de Mario Ravettino a Samid por el acuerdo de la carne

El titular del Consorcio de Exportadores de Carne rechazó que se entreguen cortes de mala calidad.+

Mario Ravettino, presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), que forma parte del acuerdo que alcanzaron los frigoríficos y el Gobierno por el precio de la carne, respondió a las imágenes que comenzaron a circular que mostraban cortes con un gran tenor graso.

“Firmamos un acuerdo con el presidente de la Nación, un acuerdo de estas características es un acuerdo muy importante para nosotros”, destacó.

Es un programa que no intenta abastecer a todo el consumo de Argentina, trata de que los días de oferta la gente en los supermercados tenga la mercadería que quiere a los precios establecidos, y que sirva de referencia para atenuar la suba de otros cortes”, agregó. El acuerdo contempla 6.000 toneladas mensuales, que representan un 3% del total que se destina al mercado interno.

“Cuando se comercializa con un supermercado, lleva la mercadería y tienen algo que se llama departamento de calidad. Si usted no está en el standard de calidad la mercadería es devuelta”, añadió y pidió que se lo demuestren con el ticket: “Me va a demostrar si es una campaña o es una especulación. Si me muestra el ticket puedo correguir el desvío”. “¿Puede haber algunas bandejas, 10 o 20, con mucho tenor graso en las 6.000 toneladas? Puede haber”.

Ravettino agregó que con el acuerdo se busca que sea “un precio referencial”. Y sobre la calidad comentó: “El consumidor no va a encontrar ni más ni menos que lo encuentra todos los días”.

El titular de los frigoríficos exportadores le respondió también a Samid, que había criticado el acuerdo: “En la cadena de ganados y carnes lo conocemos. Sabemos la nefasta trayectoria que tuvo, cuando estuvo, porque ahora no está más. Después se fue a bailar con Tinelli, y en cualquier momento lo encontramos disfrazado”, concluyó.

Faena en enero

De acuerdo datos proporcionados por la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (DNCCA), en enero de 2021, la faena de bovinos apenas superó el millón de cabezas, un 17% menor a la del mes anterior y se redujo un 14% comparada con enero de 2020. Pese a ello, en los últimos doce meses, el total sacrificado superó 14 millones de cabezas, como consecuencia de la firmeza observada en el nivel de actividad del sector, especialmente en la segunda mitad del año pasado.

“La faena registrada en enero comentado fue 14% inferior a la de doce meses atrás y en un 9% menor al promedio 2002-2020. Pese a ello, la evolución reciente ha permitido un ligero aumento en el acumulado de los últimos doce meses”, destacó el Presidente del Consorcio.

“Durante el primer mes de 2020, la producción de carnes bovinas acusó el impacto de la reducción en la cantidad de animales sacrificados, lo que se reflejó también en la estimación del consumo aparente, pero debe destacarse que en ella no se contemplan los ajustes de stocks que darían mayor certeza sobre la situación del mercado local”, concluyó Ravettino.

“En el primer mes de 2021, la merma en la actividad de la industria frigorífica fue generalizada. No obstante, porcentualmente fue superior la disminución en las empresas asociadas”, agregó.

“En 2020, en los establecimientos asociados se sacrificaron 3.8 millones de cabezas, 500 mil bovinos menos que el período anterior, la reducción fue particularmente importante en el mes de diciembre, como consecuencia del cierre por vacaciones dispuesto por varias empresas asociadas. Ello agudizó una tendencia que se venía advirtiendo, como resultado se redujo la participación del Consorcio al 27% de la faena total, 4 puntos menos que en 2019”, explicó.

Agrofynews

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Con satélites, predicen cuánto alimento habrá para la producción animal

Conocer cómo los recursos forrajeros varían en el tiempo y en el espacio es esencial para planificar y manejar los sistemas ganaderos pastoriles. La UBA encontró que se puede conocer el futuro de las pasturas por medio de herramientas digitales y sensores remotos.

El forraje es un recurso fundamental para los sistemas ganaderos, ya que es el alimento principal de los animales. Conocer cómo varía su productividad en el espacio y a lo largo del año resulta necesario para estimar el número de animales que se puede tener en un campo sin degradarlo y los kilos de carne o los litros de leche que se producirán. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires desarrolló una herramienta que, sobre la base de modelos matemáticos e información satelital, permite predecir la productividad del forraje a partir de las precipitaciones.

“Al hablar de forrajes nos referimos a especies vegetales, naturales o implantadas que se producen en los campos para alimentar animales. Por ejemplo, rumiantes como las vacas, las cabras y las ovejas consumen forraje para producir carne o leche. Una gran parte de la ganadería argentina se realiza pastoreando directamente los recursos forrajeros”, explicó Martín Garbulsky, docente de la cátedra de Forrajicultura de la FAUBA, investigador del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA, UBA-Conicet) y Director de la Especialización en Manejo de Sistemas Pastoriles de la Escuela para Graduados de la FAUBA.

En este sentido, agregó que la disponibilidad de forraje determina la cantidad de animales que se pueden alimentar en un campo y también cuánta carne o leche producirán. Por eso, es básico saber cómo varía la productividad de estos recursos a lo largo del año y en áreas particulares de los campos. “Esto depende de diversos factores, y la precipitación es uno de los principales. Desde la FAUBA quisimos generar una herramienta para predecir cuánto forraje se produce y cómo varía a lo largo del año en campos del sudoeste bonaerense, en función de las precipitaciones mensuales”.

Pascual Ciccioli, asesor CREA y estudiante de la especialización mencionada, contó que luego de analizar información satelital en una serie de modelos, encontraron que se puede predecir cuánta biomasa va a producir una pastura de alfalfa con varios meses de antelación. “Generamos modelos sencillos que tienen como variable principal la precipitación acumulada porque entendimos que la productividad de las pasturas comienza a determinarse con las lluvias de varios meses antes”.

Memoria vegetal

“Para conocer cuánto producen las pasturas de alfalfa entre marzo y junio hay que analizar la precipitación que se acumuló en los tres anteriores. Para la productividad de julio y agosto hay que mirar las precipitaciones del mes anterior. Y desde septiembre hasta noviembre hay que observar la precipitación que cayó en los 8 meses previos”, explicó Ciccioli en el marco de su trabajo final para la Especialización en Manejo de Sistemas Pastoriles.

Por su parte, Garbulsky aclaró que, por un lado, los resultados del estudio se relacionan de cerca con la capacidad de las pasturas de responder a la fertilidad del suelo y a las precipitaciones de un momento en particular; por otro, Martín afirmó que las pasturas poseen lo que él denominó ‘memoria’: “Estas especies forrajeras captan recursos del ambiente y los reservan en diferentes órganos, como las raíces. Al estar más vigorosas, son capaces de aprovechar mejor las lluvias que caen en los meses siguientes”.

Uso sustentable de las pasturas

“Esta investigación es especialmente relevante para los productores ganaderos —señaló Ciccioli—, ya que al contar con información sobre futuros excesos o déficits de forraje podrían anticipar decisiones de manejo ganadero. El 90% de la producción animal de las empresas del SO de Buenos Aires en las que trabajo dependen del forraje. Por eso, cuando varía la disponibilidad de este recurso se debe ajustar la carga animal para usarlo sustentablemente y evitar el sobrepastoreo”.

Para finalizar, Garbulsky contó que desde la Cátedra de Forrajicultura y el IFEVA continuarán investigando pasturas de alfalfa y que también buscan avanzar sobre otras especies naturales e implantadas. “Además, tenemos intenciones de realizar estudios parecidos en suelos agrícolas. Creemos que podemos indagar en cómo funcionan estos sistemas y generar modelos similares al que acabamos de describir”.

Sebastián M. Tamashiro
Sobre La Tierra (SLT-FAUBA) 

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Diez años secos: menos pasto, pero más ganado

Una investigación de la FAUBA profundizó en las razones por las cuales la carga de vacunos en los campos argentinos puede no acompañar la menor disponibilidad de forraje en épocas de sequías intensas. ¿Cuánto influye el mercado en las decisiones agronómicas?

En la década del 2000, la Argentina sufrió la sequía más fuerte de las últimas 7 décadas. En ese contexto, era esperable que la cantidad de animales por unidad de superficie —o carga animal— también disminuyera, acompañando la menor disponibilidad de alimento. Un estudio reciente en 67 partidos ganaderos del país mostró que entre 2001 y 2009, la producción de forraje cayó, pero la carga de vacunos, en general, aumentó. Este incremento obedeció mayormente a una retención de animales en la misma superficie ganadera. Los investigadores especularon que los productores conservaron la hacienda en pos de mejores resultados económicos. La sustentabilidad de los pastizales podría verse afectada.

Gonzalo Irisarri, docente de la cátedra de Forrajicultura de la FAUBA, resaltó que en épocas de sequía, como la que ocurrió en todo el planeta en los años 2000, la producción forrajera en ambientes ganaderos cae notablemente. Esto debería reducir la carga animal en tales ecosistemas. “La teoría y los modelos de simulación coinciden en que la carga animal debería disminuir con la caída de la producción de materia seca. Si bien hay acuerdo en este sentido, lo interesante es que, hasta ahora, nadie lo había puesto a prueba a partir de datos concretos, lo cual representó un experimento natural único”.

“La idea fue estudiar la relación entre la carga animal y la producción de forraje en la Argentina durante la primera década de este siglo. Y lo pudimos hacer porque, por un lado, en los últimos 20 años, nuestro grupo de trabajo progresó mucho en estimar la producción de materia seca a partir de satélites. Por otro lado, porque para ese período tenemos los datos anuales del número de vacunos en el país, que surge de las vacunaciones contra la aftosa”, señaló Irisarri, quien también es investigador del Conicet en el LART-IFEVA (Conicet-UBA).

El docente explicó que en el trabajo que publicó en la revista Agricultural Systems junto con Martín Oesterheld, docente de la cátedra de Ecología de la FAUBA e investigador del Conicet, la escala elegida fue el partido o departamento. “Después de un proceso cuidadoso de selección, nos quedamos con los 67 donde se realiza mayormente ganadería vacuna, ubicados en La Pampa, Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe”.

“Tal como esperábamos, la producción de materia seca disminuyó prácticamente en todos los partidos o departamentos. Pero cuando miramos la carga animal, el resultado fue completamente distinto: aumentó en el 76% de los casos. Este resultado es muy novedoso y nos sorprendió, ya que marcó un verdadero desacople entre la producción de forraje y la cantidad de animales por hectárea. Evidentemente, otro factor estaba jugando un rol regulando la carga animal, y ese factor fue probablemente el económico”, afirmó Gonzalo.

¿Quién tiene la vaca atada?

Irisarri sostuvo que las decisiones que tienen que ver con factores como la proporción del área que se destina a agricultura o ganadería y con los precios de los commodities también juegan un rol en la definición de la carga animal. “Si el precio de la soja, por ejemplo, es ventajoso, el productor puede optar por destinar superficie ganadera a la agricultura. En ese caso, según el destino que les dé a las vacas, la carga en el campo podría aumentar, tal vez con efectos negativos sobre otros componentes del ambiente, siempre y cuando no haya otras fuentes de energía en juego”.

“En realidad, el análisis puede ser más complejo”, dijo Gonzalo, y agregó que si los precios en el mercado ganadero también fueran convenientes, puede suceder que los productores decidan suplementar a sus vacas o, incluso, aumentar la superficie de pasturas en las rotaciones, lo que moderaría la presión sobre los pastizales. También podría suceder que aunque aumente el área para agricultura, parte de esa agricultura se use para alimentar a las vacas.

“Esto es difícil de cuantificar —aseguró el investigador—, pero será necesario hacerlo para, por ejemplo, llevar a buen puerto las discusiones sobre los efectos de la ganadería sobre el calentamiento global, un eje clave en discusiones sobre políticas públicas para tomar mejores decisiones en el futuro”.

De la agronomía a la política

Irisarri destacó que durante una emergencia agropecuaria por sequía se deben tomar muchas decisiones tanto desde lo estrictamente técnico-agronómico como desde lo político, y para ello es fundamental contar con información objetiva y de calidad. “Actualmente, existen tesis de doctorado en marcha y grandes esfuerzos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca por tener datos sólidos sobre la superficie agrícola y por cultivo a nivel país, y de la producción de materia seca por tipo de recurso forrajero”.

“En nuestro trabajo vimos que los 67 partidos o departamentos presentaron una variabilidad enorme en la producción de forraje. Ese es un dato básico para, por ejemplo, que el Estado Nacional o los provinciales definan dónde es más conveniente realizar aportes económicos en épocas de sequías intensas. La cuestión es que nosotros entendemos bien los sistemas desde el punto de vista biofísico, pero no desde el político”, afirmó el docente.

Por último, Irisarri manifestó que, desde su punto de vista, el sector académico debe impulsar a los decisores políticos a que consideren más la información científica que se produce. “Va a ser importante reunirnos para mostrarles y explicarles nuestros avances en este tema. En una eventual emergencia agropecuaria, en vez de hacer que los técnicos de distintas provincias confronten para demostrar a quién perjudicó más la sequía —como suele suceder—, podríamos lograr una mirada común en la que entren en juego algunas de las herramientas que generamos”, finalizó.

Pablo A. Roset
Sobre La Tierra (SLT-FAUBA)

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