13/10/2021 – La llegada de La Niña ya está prácticamente confirmada y es uno de los grandes desafíos de la campaña 2021/22, con los diferentes comportamientos climáticos que trae el fenómeno en cada zona productiva del país. En ese contexto, pensar en maíz tardío nos lleva, en primer lugar, a la genética, para lograr calidad y estabilidad.

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En primer lugar, será importante planificar una estrategia que se adapte a las necesidades de cada productor y que permita lograr una mejor performance teniendo en cuenta el clima o el ambiente en el que se desarrollará la siembra. Así lo consideran desde KWS Argentina, que trabaja junto a soportes como Intruder Agro e IA Lab, que le brindan caracterizaciones climáticas con datos que abarcan del norte al sur del territorio nacional.

“Esa estrategia que queremos desarrollar junto al productor no está muy lejos de la planificación que él mismo realiza con nosotros poniendo el foco en el maíz, que va ganando calidad y terreno. Así, nos posicionamos con una genética buscando cubrir una expectativa lógica de acuerdo a los pronósticos con los que contamos y la experiencia que tenemos de cada lote y de los ambientes, que el productor conoce más que nadie”, explica el Ing. Agr. Fernando Guerra, Coordinador de Agroservice de KWS Argentina.

El experto resaltó que ese plan es fundamental a la hora de poner el foco en la calidad del maíz tardío, sin dejar de apuntar a la estabilidad, algo que hacen los productores de acuerdo a las características de cada zona. “Eso hace que traccione gran parte de la maquinaria que tenemos dentro de KWS para generar información y conseguir que ese maíz tardío tenga cada vez mayor calidad y mayor estabilidad. Por eso, pensamos en diferentes puntos y estrategias donde podemos empezar a mejorar a través de nuestra genética, con el objetivo de lograr una mejor performance en ese cultivo”, insistió.

Manejo y sanidad

Una vez elegida la genética, se comienza a desarrollar la estrategia según el objetivo trazado: de potencial, de estabilidad o para afrontar un ambiente sanitario. Luego, se avanza en cuestiones como densidad, monitoreo y demás.

“Cuando hablamos de un año Niña y de situaciones estresantes, también debemos pensar en la sanidad”, asegura Guerra. “La sanidad ha ido adaptándose a este cambio de estructura y ha sido una de las limitantes, no solo para el maíz en general sino también para las empresas de genética como la nuestra, dado que hemos tenido que desarrollar o seleccionar materiales específicos principalmente para el norte del país”, detalla.

Si bien es sabido que la sanidad normalmente se ve favorecida por el año Niña, es cierto que el progreso genético logró que no todos los años sean iguales. En ese sentido, la recomendación del experto es aumentar los monitoreos. “Sabemos que los márgenes durante esta campaña pueden ser más apretados o particulares porque será más seca, entonces debemos cuidar toda la materia verde que produzca el maíz para que termine en grano”, resalta.

Además de reafirmar aún más los monitoreos, Guerra destaca la importancia de la interacción con el productor. “Desde KWS buscamos siempre tener un ida y vuelta que nos permita poder ayudarlo con todas las herramientas a través de nuestros referentes y ser un soporte para la toma de decisiones, que lo ayuden a desarrollar la estrategia que teníamos planificada en conjunto para poder cubrir expectativas”, afirma.

Híbridos: a dónde apuntar

Como la genética es el punto inicial de un cultivo de maíz, para Fernando es fundamental conocer cómo se comportan los híbridos, entender la respuesta que pueden tener y saber que durante esta campaña esa respuesta debe apuntar a resolver la problemática de un año Niña.

“Creemos fundamental conocer el comportamiento de los materiales, saber no solamente su perfil sanitario, que puede ser un punto interesante, sino también su respuesta a fungicida o a la densidad, o si hay que cambiar la genética y pasar a otro tipo de híbridos, a un planteo más defensivo o restrictivo, si sus componentes de generación de rendimiento están más basados en número o peso de granos, y a su vez cómo el ciclo que tiene va a calzar en el período crítico en la fase donde estemos en plena Niña o yendo hacia un rebote de año Neutro, hacia principios de año”, explica.

En resumen, ese diálogo técnico entre productores y distribuidores es el que, finalmente, contribuirá a planificar una campaña lo más predecible y exitosa posible.