07/02/2022 – Las exportaciones del agro serán clave para que Argentina cumpla sus objetivos de pagar deuda, crecer y reducir el déficit. ¿Cuándo llegarán las divisas?

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En las últimas semanas el escenario local cambió rotundamente. Se pasó de una sequía feroz y la preocupación latente por una deuda difícil de pagar al alivio generalizado por las lluvias caídas y el acuerdo para reestructurar la deuda. Y encima, mejoraron los precios de los granos.

Se sabe: en 2022 Argentina deberá pagar 19.100 millones de dólares al FMI y lograr un déficit fiscal primario de 2,5 por ciento del PBI para luego ir reduciendo ese déficit de forma escalonada. Y lo que preveé el Gobierno es que esa reducción se pague con mayor recaudación derivada del crecimiento.

Entonces, como suele suceder en estos casos, todos miran al campo y preguntan: ¿se terminó la seca? ¿Cómo están los precios? ¿Cuándo llegan los agrodólares?

El año pasado, las cadenas agroindustriales generaron 42.000 millones de dólares netos y representaron el 93 por ciento de las divisas ingresadas a la Argentina, y este año, según el analista del mercado de granos Pablo Adreani, “también va a haber suficientes dólares”.

La curva de precios

Tal como explica Adreani en diálogo con Clarín Rural, el mercado de Chicago “se despertó a mediados de diciembre”. “No estaban asumiendo que había una sequía tan grande en Sudamérica, sin embargo los paraguayos y los brasileros están confirmando que se trata de la peor sequía en 70 años y las pérdidas ya se estiman en más de 20 millones de toneladas de soja. Eso provocó una suba en el precio de la oleaginosa de 50 dólares en 20 días”, describe el analista.

Por su parte Sebastián Gavaldá, director ejecutivo de la consultora Globaltecnos, también remarcó el daño que la sequía de diciembre y enero generó en la soja sudamericana, sobre todo la de Paraguay y Brasil –la reducción equivaldría al 6,5 por ciento de la producción mundial-, y agregó algunos factores al combo alcista de los últimos 20 días.

“Al factor clima hay que agregarle los precios del petróleo -petróleo caro es igual a mayor demanda de biodiesel y etanol-, y el problema de Indonesia, principal exportador de aceite de palma, donde el Gobierno está obligando a los exportadores a dejar el 20 por ciento para el mercado interno, lo que le pone presión a la demanda de todos los aceites, incluido el de soja y girasol”, explica.

Mientras tanto, el resonado conflicto entre Rusia y Ucrania aparece como una nube de incertidumbre que según Adreani todavía no afectó demasiado los precios en Chicago, pero puede hacerlo en cualquier momento. Gavaldá remarca que entre ambos países explican el 78 por ciento de la exportación mundial de aceite de girasol, el 30 de la de trigo y Ucrania representa el 19 por ciento de la de maíz. “Hasta que no se solucione, los precios pueden tener alguna prima de riesgo, parte de la suba se explica por eso”, dice el analista de Globaltecnos, y Adreani advierte: “Rusia invade Ucrania y los precios de todos los commodities vuelan por el aire”.

La curva de ventas

En este contexto geopolítico, esta semana la soja alcanzó en Chicago los 567 dólares por tonelada, el maíz se negoció en 242 dólares la tonelada y el trigo en 276 dólares la tonelada.

“Como regla general, los productores nunca venden en suba, no hay que esperar un aluvión de ventas”, afirma Adreani, y detalla que de soja el complejo sojero ya lleva compradas 6,3 millones de toneladas, menos que las 7 millones aseguradas a la misma fecha del año pasado, y lejos aun de las 38 millones de toneladas que vienen comprando entre la exportación y la industria en las últimas campañas.

“Este año, el mercado subió dos meses antes que el año pasado. Esto puede ser una buena noticia, porque si el productor no vende ahora quiere decir que habrá un mayor ritmo de venta en el momento de la cosecha, en abril-mayo, entonces habrá un ingreso de divisas similar al del año pasado”, dice.

En el caso del maíz, cuya producción total caería de 52 millones de toneladas de la campaña 20/21 a 48 millones de toneladas, Adreani destaca que el productor ya vendió casi 15 millones de toneladas y se vislumbra que puede haber un volumen de ventas de los productores bastante fuerte en marzo-abril.

El caso del trigo es particular. La exportación ya lleva compradas 13,3 millones de toneladas, 5 millones de toneladas más que lo comprado a la misma fecha del año pasado (8,3 millones de toneladas) y más que el total comprado por la exportación de toda la cosecha 20/21 (12,9 millones de toneladas). Es decir que la campaña ya está casi hecha.

Por su parte la industria molinera local lleva compradas hasta el momento 1,2 millones de toneladas, poco más que los 1,1 millones compradas el año pasado hasta la misma fecha pero aun lejos de las 4,4 millones de toneladas totales compradas por la industria de la cosecha 20/21.

“Los molinos no tienen capacidad financiera para comprar más de dos meses de molienda, por eso hoy la molinería paga precios más altos que los que paga la exportación. Pero hay que descartar que vaya a faltar trigo”, explica Adreani. En efecto, la cosecha 21/22 superó las 22 millones de toneladas, 5 millones más que la campaña 20/21, por lo que todavía quedan más de 7 millones de toneladas de trigo sin vender.

Gavaldá explica que en líneas generales el productor viene con la misma estrategia de los últimos dos años, que es “tratar de stockearse y quedarse con la mayor cantidad de granos guardados, básicamente porque no tiene a dónde ir”. “No se puede ir al dólar porque no quiere convalidar una brecha del 100 por ciento, no hay tasas atractivas en pesos, muchos de los insumos están caros… Todavía tienen mucha soja y mucho maíz del año pasado. De trigo tal vez sí vendieron un poco más, más allá del precio, por el tema de la intervención, se sabe que en maíz y trigo están los famosos “saldos de equilibrio” entonces son granos que tienden a comercializarse antes de la soja”, detalla el especialista, y agrega: “Más allá de esto, se ve que esta semana se vendió algo de soja disponible porque el productor sabe que si la vende cuando empieza a llegar la de la nueva campaña puede perder 30 dólares por tonelada”.

Hecho el análisis, lo central es que tal como afirma Adreani, si no sucede nada demasiado extraño el campo generará una buena cantidad de dólares que serán como un chaparrón estival para la comprometida economía argentina. 

“El año pasado, los principales granos ingresaron 38.400 millones de dólares. Este año, a pesar de la baja del saldo exportable de maíz y de las exportaciones de soja, harina y aceite, el aumento de precios hace que el ingreso de divisas baje en 2.000 millones de dólares, hasta 36.500 millones de dólares. La cifra sigue siendo más que importante, teniendo en cuenta que en 2020, el ingreso de divisas explicado por los granos había sido de 26.500 millones de dólares. El aumento de los precios más que compensa la caída de la producción generada por la sequía”, concluye Adreani.

Clarín