24/01/2022 – La fecha de siembra es una de las pocas herramientas, además de la elección del ciclo del genotipo, con que se cuenta para intentar sortear situaciones de estrés estacionales en los cultivos.

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Que el tiempo es el que va a definir todo en la agricultura por secano no hay dudas. Antes de la siembra, cuando trazamos la estrategia de manejo del cultivo a implantar, generalmente tenemos más incertidumbres que certezas. Así que la idea o recomendación ofrecida es siempre la misma para encarar ese primer paso y es tener caracterizado lo máximo posible el ambiente donde se va a producir.

Sin hacer grandes cosas hoy podemos saber, sencillamente, cuánta agua tiene el perfil previo a la siembra, si existe napa, saber a qué profundidad se encuentra, si se está en loma, media loma o bajo, qué tipo de suelo y capacidad de retención posee, nivel de cobertura del rastrojo, etcétera.

En el caso puntual de la presente campaña de granos gruesos, en numerosas zonas productivas del país comenzó con perfiles bastante desprovistos de humedad por debajo de los 30 centímetros.

No obstante, como acompañaron pequeñas lluvias durante la siembra e implantación, los cultivos empezaron a crecer bien. Estas lluvias de primavera “aflojaron” algunas decisiones de manejo respecto de la estrategia defensiva que requería un año pronosticado por todos los modelos como Niña.

Hoy nos encontramos recorriendo zonas donde la decisión de la fecha de siembra, por ejemplo, va a definir si se cosechará o no maíz. El “diario del lunes” esta vez vino con un par de páginas del domingo y estaban dadas, principalmente, por el pronóstico y la capacidad de imaginar qué tipo de respuesta puede dar un ambiente lo más caracterizado posible.

Decisiones

Para la fecha en la que se decide la asignación de área por cultivo, quizá los pronósticos de largo plazo no sean todo lo concreto como al momento de la siembra y, de esta manera, el cambio de cultivo ya no sea una herramienta de decisión en el lote, menos aun cuando también están comprados gran parte de los insumos y hechos los barbechos largos.

Pero hay algunos golpecitos de timón que todavía en algunos casos se pueden hacer. Por ejemplo, si en septiembre se está sobre un ambiente productivo con napa a 2,5 metros, un lote rotado hace 20 años, clase de uso I, II o III, se pueden tomar atribuciones de manejo faltándole el respeto al pronóstico. Sin embargo, si se está en un suelo IV o VI pelado y con pendiente, no conviene salir a “pegar un pleno” para ver si llueve en diciembre.

Recordemos que la fecha de siembra es una de las pocas herramientas, además de la elección del ciclo del genotipo, que tenemos para intentar sortear situaciones de estrés estacionales, principalmente en sus períodos críticos.

El atraso en la fecha de siembra en maíz es lo que nos permitió crecer sobre esas antes denominadas regiones marginales en todo el país. Es una estrategia que, si bien puede tener otro tipo de inconvenientes en algunas zonas (atraso y humedad a cosecha, calidad, etc.), es también la estrategia que nos ayuda a sortear mejor los períodos de mayor demanda.

Las lluvias fueron muy dispares en casi todas las regiones, con lo cual la heterogeneidad de rendimientos que se va a escuchar en cosecha va a ser numerosa tanto en maíces tempranos como tardíos y de segunda.

Para destacar, ya en algunos campos que solo recibieron 280 mm desde junio, sembrados en la primera quincena de septiembre en muy buenos lotes (rotados con napa), en maíz estuvimos haciendo estimaciones de más de 12.000 kilos por hectárea. En tanto, a escasos kilómetros recorrimos maíces sembrados en la misma fecha sobre lotes movidos y con pendiente que no van a alcanzar los 4000 kilos por hectárea.

El autor es coordinador de la Plataforma de Innovación Territorial del Este de Córdoba, coordinador de la Red Maíz INTA Marcos Juárez y jefe de AER Corral de Bustos

Juan Pablo Ioele
La Nación