14/07/2021 – Lo asegura Antonio Galvan, presidente de la Asociación Brasilera de Productores de Soja (Aprosoja). Los datos que confirman el potencial del país vecino.
Antonio Galvan, con 64 años, preside la Asociación Brasilera de Productores de Soja (Aprosoja). Es productor rural, y trabajó en el estado de Paraná entre 1979 y 1985 y luego emigró al estado de Mato Grosso en 1986. Fue presidente de la Unión Rural de Sinop (sindicato que representa a los agricultores del estado brasileño de Mato Grosso) y director de la Federación de Agricultura y Ganadería del Estado de Mato Grosso (Famato). Fue vicepresidente de Aprosoja entre 2018 y 2021 y asumió la entidad en abril de este año por un mandato de 3 años.
En una entrevista con Clarín Rural, remarca la importancia que tiene la oleaginosa para el país vecino. Y en primer lugar lanzó datos para confirmar la relevancia.
En este campaña agrícola, según proyecciones de Conab (Empresa Nacional de Abastecimiento), Brasil cosechará alrededor de 135 millones de toneladas. Mato Grosso es el principal estado productor de soja, que alcanzaría entre 35 y 36 millones de toneladas de soja. El segundo es Paraná, con 21 millones de toneladas, seguido de Rio Grande do Sul, con 20,2 millones de toneladas y Goiás, con 13,4 millones de toneladas.
En 2020, en Brasil se exportaron 83 millones de toneladas de soja y subproductos por un valor de 28.500 millones de dólares (precio promedio de la soja en 344 dólares por tonelada) Y para este año prevén embarques de aproximadamente 88 millones de toneladas por 45.920 millones de dólares (tomando como precio promedio de la soja en 520 dólares por tonelada).
-Son números que impactan…
-La importancia de la soja es enorme. En términos de divisas, la soja es el buque insignia de nuestra economía, tanto interna como externa. Brasil se ha convertido en el principal exportador mundial de soja y uno de los principales exportadores de harina de soja. Es uno de los principales cultivos utilizados para la producción de proteínas animales, que también tuvo un aumento significativo en las exportaciones.
La soja brasileña es producida por más 240.000 productores en al menos 16 Estados, y genera millones de empleos de forma directa e indirecta. El crecimiento más acentuado de la soja se produjo desde 1990, año de la creación de la Asociación. Hoy, la soja y el maíz alimentan a más de mil millones de personas.
La soja fue importante en el proceso de desarrollo regional de Brasil. Ciudades pequeñas y medianas han surgido en las últimas décadas debido al avance de la frontera agrícola. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los municipios donde se cultiva soja tienen un mejor Índice de Desarrollo Humano.
Además, las exportaciones permitieron la entrada de dólares a Brasil, lo cual era importante para proteger al país. Actualmente, por cada 100 dólares generados por las exportaciones de Brasil, 14 provienen de la soja.
Pese a estos datos, ¿hay críticas hacia el cultivo, como sucede en varios países, inclusive en Argentina?
Existen críticas por el desconocimiento de las personas en relación al uso de la soja, principalmente en la transformación en carne, y por desconocimiento de sus subproductos, como pinturas, neumáticos, medicamentos, cosméticos, productos de limpieza, etc. Muchas críticas surgen de las organizaciones no gubernamentales, como es el caso de Argentina. Pero la gran mayoría de la población conoce su importancia, principalmente en la transformación de proteína vegetal en carne.
¿Pudieron aprovechar los productores brasileros la fuerte suba de los precios en el mercado internacional?
El mercado subió mucho. Pero la mayor parte de la cosecha brasileña ya se había vendido, con un precio del 50% por debajo del valor actual. El productor desperdició una gran oportunidad de vender soja a un precio mejor porque hizo muchas ventas futuras, pero en ese momento el valor vendido, menos el costo de producción, ya remuneraba al productor en un porcentaje aceptable. Entonces el productor terminó vendiendo alrededor del 70% de la cosecha por adelantado. Ahora los costos de producción han aumentado mucho, principalmente fertilizantes y agroquímicos. Así que volvimos al nivel de ingresos bajos y enfrentando muchos problemas, como en Argentina.
Pero los productores de Brasil no tienen retenciones…
En Brasil también existen impuestos cuando la comercialización se realiza entre estados, cuando se generó el Impuesto a la Circulación de Bienes y Servicios (ICMS). Pero nuestra exportación está liberada de impuestos gracias a la “Ley Kandir”, que fue instituida hace más de 20 años y que alentó exportaciones. Sabemos que es al revés de lo que ocurre en Argentina por las “retenciones”.
¿Qué problemas agronómicos tienen en soja?
Aquí en Brasil podemos producir dos o tres cosechas en la misma área por año, lo que aumenta la presión de plagas y malezas. Las principales plagas son: chinche hedionda (Euschistus heros); Oruga de Helicoverpa (Helicoverpa armigera); Gusano de soja (Anticarsia gemmatalis); Oruga cartucho (Spodoptera frugiperda); Oruga de elasmo (Elasmopalpus lignosellus). También hay hongos, como la roya asiática (Phakopsora pachyrhizi) y el moho blanco (Sclerotinia sclerotiorum).
Además del alto costo, hay lentitud en el registro de plaguicidas por parte del gobierno brasileño. Estamos trabajando con diputados y senadores del Frente Parlamentario de Agricultura y Ganadería para aprobar el proyecto de Ley de Plaguicidas, que acelerará el ritmo de aprobación de nuevas moléculas para uso en cultivos.
¿Cómo están trabajando ante este contexto?
La dependencia de productos químicos es muy alta en Brasil. Pensando en esto, comenzaron a surgir productores preocupados por reducir costos y hacer la agricultura más sostenible. Un ejemplo de ello es la adopción de prácticas sostenibles como el uso de remineralizadores del suelo (polvo de roca), para aumentar la fertilización del suelo y pesticidas productos agrícolas biológicos, producidos dentro de la finca para uso propio. Basado en estas experiencias, Aprosoja Brasil solicitó al Ministerio de Agricultura la creación del Programa Nacional de Bioinsumos para promover prácticas agrícolas más sostenibles. El programa se está ejecutando desde 2020.
Esteban Fuentes
Clarín Rural