11/08/2022 – Dos referentes del INTA pusieron bajo la lupa el uso del suelo en la producción agropecuaria argentina. Hay problemas, pero también esperanza.
Uno puede sacar una foto y de allí determinar un montón de cuestiones. Sin embargo, cuando se piensa en cuestiones biológicas, una foto sirve, pero más sirve ver la película. ¿Cuáles son los efectos acumulados de las distintas rotaciones a la salud del suelo? ¿Dónde estábamos y dónde estamos ahora? ¿Hay solución?
Sobre este tema hablaron durante el 30° Congreso Aapresid “A suelo abierto” dos referentes del INTA: Fernando Salvagiotti y Silvina Bacigalupo, ambos de la Experimental Oliveros, Santa Fe.
El primer concepto que transmitió Salvagiotti es el de sustentabilidad. “Hay que poner el foco en los indicadores de sustentabilidad más importantes que son carbono y nitrógeno, relación suelo-planta”, dijo.
“El carbono que es lo que queremos acumular, pero para eso necesitamos que el nitrógeno esté disponible y por eso presentamos diferentes formas de manejo de cómo podemos dejar disponible nitrógeno en el sistema, ahí aparecen los cultivos de cobertura y las fertilizaciones de largo plazo”, contó Salvagiotti a Clarín Rural.
Salvagiotti en Aapresid. Foto: Prensa Aapresid.
¿Qué les preocupa?
“Para que sea sustentable necesitamos que el suelo esté la mayor cantidad de tiempo cubierto y esto lo podemos lograr con rotación de cultivos y usando cultivos de cobertura, la clave es que haya actividad biológica, raíces moviéndose, etc. Lo que más me preocupa es que eso a veces no se puede lograr por la insostenible insustentabilidad del sistema, no poder planificar a largo plazo por los alquileres atenta contra la sustentabilidad”, expuso Salvagiotti.
“El indicador que más rápido muestra el deterioro sufrido por nuestros suelos es el contenido de materia orgánica, que bajó entre un 30 y un 50% con respecto a los suelos prístinos”, alertó Bacigalupo. Pero “aumentar el contenido de carbono, principal componente de la materia orgánica, es un proceso que lleva mucho tiempo y buenas prácticas agropecuarias”.
En este sentido, Bacigalupo recordó que para aumentar el carbono orgánico perdido se necesita “incorporar al sistema mayor volumen de materia seca a través del rastrojo de cultivos, cultivos de servicio, como input. “Varía dependiendo del clima y tipo de suelo, pero por ejemplo, en algunas zonas deberíamos incorporar al menos 10 toneladas de materia seca por año para mantener el nivel de materia orgánica”.
Este es el primer paso de “la rueda que muestra la salud del suelo”. Se mejora la condición química, a la vez que mediante “el trabajo de las raíces” se mejora la condición física y con ellas se promueve la actividad biológica del suelo. “El equilibrio de las 3 es el necesario para una buena salud de nuestro suelo, hoy en muchas zonas, estamos todavía alejados de ese equilibrio, aunque tomando de a poco el buen camino para lograrlo…”, se esperanzó Bacigalupo.
Bacigalupo. INTA Oliveros. Foto: Prensa Aapresid.
Medir para saber y actuar
“Como mostré, en INTA tenemos una valiosa Red de Experimentos de Larga Duración (N de la R: 65 distribuidos en distintas Unidades, abarcando diferentes ecorregiones y sistemas de producción), los más antiguos de 50 años, a partir de los cuales se genera conocimiento, entre otros, respecto a la evolución de la salud del suelo y las prácticas que la afectan como las que la mantienen y mejoran”, explicó Bacigalupo.
“Estos experimentos de larga duración se necesitan para poder ver esos cambios, que no se pueden ver en un rápidamente”, dijo Salvagiotti. Y agregó: “Las evaluaciones que se están haciendo no son sólo de la parte química, sino también la física y microbiológica, esta última, más fácil de encontrar en el corto plazo”.
Ensayo larga duración. INTA Oliveros.
Qué los entusiasma…
“El que produce, el que trabaja en el campo sabe qué se puede hacer para mejorar esta situación de deterioro, pero después se topa con la coyuntura, entonces, para tomar las decisiones tiene poco margen de maniobra”, opinó Salvagiotti.
Por eso, Salvagiotti consideró: “Lo que nosotros decimos es que hay que involucrar a otros actores en la decisión de manejo de los sistemas, por ejemplo, los dueños de los campos”. Y agregó: “Muchas veces el dueño de la tierra no hace un seguimiento de lo que se siembra, no hace contratos más largos a cambio de hacer ciertas rotaciones, no se involucra en ese proceso porque sólo busca el margen y la ganancia, entonces el que tiene que cargarse todo el riesgo sobre sus espaldas es el que produce”.
“A mí me entusiasma y rescato la pasión y compromiso con que seguimos trabajando en el campo, desde la investigación, como citaba el ejemplo de esta Red de Ensayos que también forma parte de una red global mundial (donde ahí el experimento más antiguo, en Inglaterra data de 1843), lo hacemos con rigor científico, compromiso e innovación, generando conocimiento que llega a quienes muestran pasión produciendo y agregando valor”, apuntó Bacigalupo, quien destacó, como herramienta para mejorar la salud del suelo la inclusión de cultivos de grano o servicio todo el año que mantienen el suelo siempre vivo, cubriendo la superficie del suelo y trabajando con sus raíces en profundidad”.
Justamente, hablando de “herramientas”, para Salvagiotti, “una de las cuestiones importantes que habría que potenciar es el aporte de la fijación biológica de nitrógeno”. Y agregó: “Hay ejemplos positivos de productores que lo han podido incorporar sin ningún tipo de problema económico, incluso con algunos que están empezando de a poco a incorporar ganadería en sus campos hay esperanza”.
También, para Salvagiotti, constituyen una luz al final del túnel los jóvenes: “Tienen más incorporado el concepto de salud de suelo, de sustentabilidad en general, ecología, y se nota eso, hay inquietudes positivas”. Buen mensaje de cierre. Esperanzador.
Juan I. Martínez Dodda
Clarín Rural