En su informe mensual el organismo acentuó la incertidumbre, en particular, en el mercado de maíz.

Intensas son las jornadas que se viven actualmente en el mercado de Chicago. A la definición productiva por estas latitudes se suma la enorme discusión sobre el devenir de la demanda. Al respecto, el último informe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) difundido el martes pasado no hace más que incrementar la incertidumbre.

Dicho informe no mostró el ajuste esperado por el mercado en los stocks de cierre estadounidenses para el presente ciclo. En este sentido, uno de nuestros contactos en Chicago argumentaba lo siguiente: “Resulta poco creíble que faltando siete meses para terminar el ciclo comercial 2020/2021 y con algo más del 95% del saldo exportable de soja ya vendido y por encima del 85% en el maíz el USDA haya subido los guarismos de ventas externas solo marginalmente”.

El comentario resulta pertinente, pero al margen del debate, los números siempre son los que mandan. Por ejemplo, la relación stock/consumo de soja estadounidense fue informada en 2,61%, transformándose en la peor de la historia. Con esos datos, las existencias de soja en Estados Unidos solo alcanzarían para cubrir algo más que una semana de abastecimiento. Para ser precisos 9,54 días.

Probablemente el USDA esté pensando que, a los actuales niveles de precios o incluso mayores, la demanda debería empezar a mostrar algún signo de racionamiento, aunque -por el momento- ello no esté ocurriendo.

En el caso del maíz la historia es un tanto diferente. Con algo más del 10% en la relación stock/consumo, todavía no se llegó a los niveles más ajustados de la temporada 1995/1996 o del período que va desde el ciclo 2010/2011 hasta la campaña 2013/2014, pero alcanzarían solo para cubrir 37 días de aprovisionamiento.

La mirada en la oferta

Sin embargo, lo novedoso e interesante viene desde otro lado. Los niveles de existencias comentados más arriba e informados por el USDA en su reporte de febrero resultan excesivamente bajos en el caso de la soja y ajustados en el caso del maíz por presión de la demanda. El mismo ejercicio realizado a escala global evidencia caídas en los stocks de cierre también para ambos cultivos, aunque en menor medida.

El caso de la oleaginosa es particularmente llamativo, puesto que sin ser el más bajo de la historia también se ubica en niveles similares al período 2008/2009 o 2012/2013, cuando la soja “tocaba” máximos en sus cotizaciones internacionales. Claro está que estos datos surgen de cotejar la oferta con la demanda, estimando la primera de las variables con un nivel de cosecha récord.

¿Qué pasaría entonces si la producción sudamericana fuera menor a lo estimado? ¿O que la incipiente sequía por la que está atravesando una parte de los Estados Unidos continuara hasta el momento crítico de los cultivos, reduciendo la oferta futura?

El escritor estadounidense Sam Levenson acuñó la siguiente máxima: “No mires el reloj, haz lo que él hace. Continúa moviéndote”. El mejor consejo continúa siendo tomar los valores actuales con coberturas flexibles.

Diego de la Puente
La Nación