10/06/21 – El cierre de exportaciones de carne, si se prolonga mucho, puede afectar los sistemas de producción de novillos pesados. Estos esquemas productivos exigen tiempo e inversiones para ser montados en un campo y podría ocurrir que deban abandonarse para volcarse a producir otras categorías ganaderas más livianas.
La producción de novillos de 460-480 kilos es más compleja que la de novillitos para consumo interno. En el segundo caso, luego del destete en febrero- marzo, se pueden alimentar de forma intensiva los terneros con pasturas, verdeos y granos, y se puede lograr un peso de faena de 290-330 kilos 10-12 meses después. Estos animales son demandados por matarifes y frigoríficos para abastecer a las carnicerías y supermercados de grandes centros urbanos nacionales.
Para producir un novillo pesado, en cambio, generalmente es necesario hacer un proceso de recría a campo para que los animales desarrollen su esqueleto durante varios meses, tras lo cual tiene lugar el proceso de terminación con suplementación con grano o en confinamiento.
Este proceso requiere más tiempo que el novillito, otra organización forrajera en el campo y mayores inversiones y costos financieros. Desarmar estos esquemas que tienen como destino mercados de ultramar de alto poder adquisitivo, como se dijo, sería negativo para las empresas y para la ganadería nacional.
Por otro lado, cerrar las exportaciones de carne significa que muchas vacas de descarte que se vendían como conserva o manufactura a importadores chinos luego de la palpación rectal, tendrán como único destino la industria local de extracto de carne, chacinados y otros productos de bajo valor comercial, lo que se reflejará en el precio que recibirían los productores por esa categoría.
Corresponde aclarar que la oferta de esos animales tiene una marcada estacionalidad y que se podrían generar momentos de gran exceso en otoño-invierno de cada año, lo que acentuaría la tendencia a pérdida de valor.
Pérdida de valor
Como tales, las categorías de vaca conserva y manufactura no dan lugar a cortes para carnicerías ni para supermercados que abastecen a la demanda doméstica.
Finalmente, con una visión más amplia, el cierre de exportaciones tiene otro efecto negativo: menos carne por cabeza al volcarse los productores al novillito liviano para consumo interno.
Si el peso de la media res sigue estando en alrededor de 100 kilos faenando novillitos, vamos a tener menos carne para los argentinos que si se faenaran animales que den una media res más pesada proveniente de un novillo de 460-480 kilos, que es la categoría que más se debería promover para generar mayor producción de carne en el país.
Stewart Kambo
El autor es analista ganadero de AZ-Group
La Nación