24/01/2022 – La falta de humedad, que se combinó con temperaturas muy elevadas, provocó una reducción general de la producción forrajera y torpedeó el rinde de los maíces sembrados para ensilar.
La sequía provocada por La Niña y las altas temperaturas de la semana pasada afectaron el funcionamiento de los tambos. El calor obligó a modificar la composición de las dietas, para tornarlas más “frías” disminuyendo el porcentaje de fibra. También se cambió la hora de suministro de la ración hacia la mañana temprano y a la noche. Asimismo, fue necesario poner el acento en el confort de las vacas con sombra, agua fresca y suficiente comida.
Por otro lado, la sequía provocó una reducción general de la producción forrajera y torpedeó el rinde de los maíces tempranos sembrados para ensilar. “La producción por hectárea se derrumbó a 23.000-25.000 kilos de materia verde por hectárea en campos de la zona del Abasto, lo que significa una merma del 40 por ciento respecto de lo presupuestado, lo que complicará la alimentación de las lecheras en el invierno”, compara el consultor Marcos Snyder.
La alimentación será un ítem clave del negocio lechero en 2022. Además de la escasez de reservas, los tambos deberán hacer frente a los altos precios del maíz y de la soja, “que aumentaron más que el precio de la leche y que la inflación”, distingue Snyder.
Recuperar pasturas
En las próximas semanas se debe desarrollar la siembra de pasturas 2022 y hay que ver cómo compensar el menor volumen de silaje de maíz confeccionado en el verano. Una posibilidad a la que recurrirá Snyder es la siembra temprana de avena, para ensilar en mayo-junio y para suministrar a la hacienda complementando el silaje de maíz.
En tanto, “las industrias lácteas están afectadas por el programa de Precios Máximos de la Secretaria de Comercio y tratan de sortearlo con segundas marcas”, observa Snyder. En las últimas semanas el consumo de lácteos habría interrumpido la tendencia declinante y estaría iniciando un movimiento levemente ascendente. Por su parte, la exportación, con un mercado sostenido, deberá recurrir a las existencias por la importante la caída del recibo de leche que se verifica en esta época del año.
Como tendencia general, la oferta de leche viene declinando desde noviembre y ese proceso debería continuar hasta fines del verano, lo que podría tener repercusiones positivas en el precio que recibirán los productores, que fue de 34,35 pesos por litro en diciembre, según el Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina (Siglea).
Carlos Marin Moreno
La Nación