03/11/2021 – Según los especialistas, esto se debe a un fenómeno cíclico acumulativo donde se vienen registrando lluvias por debajo de la media al menos desde 2003.
las dificultades para la siembra de granos gruesa, y a los animales que se mueren en los campos de la zona de Stroeder, en el extremo su bonaerense, por la falta de agua, se le suma una nueva preocupación: la desaparición de lagunas.
Por qué desaparecen los espejos de agua de los campos es un interrogante que resuena en el sector agropecuario y que los productores miran con preocupación. Según los especialistas, es la consecuencia de que se trascurre un ciclo con precipitaciones que están por debajo de la media desde hace aproximadamente 18 años.
Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, explicó: “Está vinculado a una sequía de más largo plazo. Más allá de los ciclos interanuales del Niño y la Niña, que impactan en un año, estamos en un período de más frecuencia de déficit de precipitaciones normales o en exceso. Al explorar los registros desde el 2003 a la fecha, en muchas áreas del país está lloviendo menos en promedio”.
En este contexto, señaló: “Hay una disminución en el tamaño de las lagunas; los cauces de agua natural tienen caudales muy reducidos y las napas se encuentren a mayor profundidad”.
El climatólogo explicó que esto no ocurre solo en la Argentina, sino que está asociado a un periodo más seco con el que “convive toda la gran región del cono sur”.
Para Mercuri, se trata de eventos cíclicos, pero el problema está en que los efectos ambientales del déficit de agua son acumulativos y “año a año se van acumulando y van generando cambios negativos en cascadas en lo ambiental y productivo”. Es por ello que remarcó: “Es muy importante el monitoreo de los indicadores ambientales como pueden ser la desaparición de estas lagunas”.
En rigor, si bien estos ciclos siempre existieron, para Mercuri lo que no se puede es “minimizar” en ninguna apreciación científica o percepción pública que estos (eventos) “son más frecuentes o más intensos” y que eso “está asociado a la mano del hombre y al cambio climático”.
“Actualmente hay mucho trabajo científico respecto de que el calentamiento global genera más frecuencias de extremos y más intensos y graves son esos extremos”, agregó.
Como ejemplo, mencionó el caso del río Paraná, que sufrió una bajante similar a la actual hace 70 años, pero la diferencia está en el tiempo que perduró. “Es la tercera primavera que el Paraná trascurre en bajante y no logra salir de ahí. Esto te muestra la intensidad que pueden tomar estos fenómenos en un contexto de cambio climático”, comentó.
Además, remarcó que “los impactos son mayores” por el contexto en el que se producen. Sobre el caso del Paraná sostuvo: “A diferencia de lo que ocurría hace 70 años, con la intensificación y el aumento de la producción nosotros estamos más vulnerables a esos impactos que terminan siendo inéditos por el alcance que tienen”.
“Lamentablemente estamos trascurriendo un ciclo de la Niña que tendrá más impacto sobre el este del país que sobre el centro y NOA, por ejemplo. Recién hacia fines de noviembre y diciembre es cuando toma el pico y se va a poder evaluar su intensidad y cuan rápido se reduce el enfriamiento del Pacífico y vuelve a neutral como para que se regularice el régimen de lluvia”.
Walter Malfatto, productor de la zona de Bragado, opinó: “Es tremendo lo que está pasando. La mayoría de las lagunas están secas. Los cultivos perduran porque todavía no consumen mucha agua, pero si el panorama no cambia, en enero y febrero la situación se va a poner muy difícil”.
El productor adjudicó la desaparición de los espejos de agua a la misma sequía y también la mano del hombre. “Como la gente no quiere tener agua en los campos, construye para sacarla. El problema es que así están desapareciendo las pequeñas lagunas, que son los humedales y reservorios de agua para las épocas de seca como la que estamos viviendo ahora”.
A este contexto, se suma que las napas de agua “están muy bajas”. Explicó que el año pasado se encontraban a un 1,5 metros y ahora están a tres metros. “El problema es que cuando llueve poco el cultivo absorbe el agua de la napa y, si la tenés muy retirada, no tiene de donde. Es terrible”.
“¿Porque se fueron las lagunas?“ fue lo que tuitteó hace unos días el ingeniero agrónomo y responsable de la web meteosalto.com.ar, Sergio Grosso. En diálogo con este medio y en línea a lo planteado por Mercuri, sostuvo: “Esas lagunas permanentes, que acostumbrábamos a ver en los últimos años, en este momento no se ven porque está lloviendo mucho menos de la media. Esto tiene un arrastre porque llevamos cuatro o cinco años por debajo de la media. Salvo algún episodio puntual que se acumuló un poco más de lluvia”.
Asimismo, remarcó que “es un fenómeno cíclico” porque esas mismas lagunas no estaban en 2008/2009 y 2012. Volvieron en 2013 hasta el 2019/2020 y ahora se “están secando de vuelta. Es un proceso cíclico de mayores y menores lluvias y ahora estamos en menos”.
Pilar Vazquez
La Nación