19/11/2021 – El valor de la leche en polvo entera se encuentra en su mejor nivel de la última década. Con buenas señales para los próximos meses, las industrias locales ven una oportunidad para escaparle a la difícil coyuntura doméstica.
Los precios de las commodities lácteas no sólo se encuentran muy firmes en la coyuntura sino que están por encima de la media histórica, si se analizan en forma acumulada en este 2021.
Dichos valores fueron ratificados esta semana en el evento 296 del Global Dairy Trade (GDT) en lo que se conoce popularmente como la subasta de Fonterra (principal exportador mundial de commodities lácteos), cuyo índice actualizó a la suba (+1.9%), promediando los 4.287 US$/tn de producto.
Respecto de la leche en polvo entera (LPE), que representa más del 50% de las operaciones mundiales, incluido el comercio exterior del sector lácteo argentino, sigue con una tónica alcista de mucha firmeza. En efecto, el ténder del GDT anotó una suba de casi el 2%, promediando la tonelada 3.987 dólares en su tercer incremento consecutivo de los últimos dos meses y sosteniendo una tendencia que ya se proyecta a los primeros meses del 2022.
“En los primeros meses de éste año asistimos a una fuerte suba del precio de la LPE que llegó a US$ 4.224 en marzo, para luego comenzar sistemáticamente a disminuir hasta los US$ 3.552 (segunda subasta de agosto), y desde la primera subasta de septiembre (US$ 3.691) no dejó de subir consolidando la tendencia hasta alcanzar los 3.987 US$/tn este martes”, recopiló el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla).
En este sentido, el promedio de las 22 subastas del año da 3.835 US$/tn, el mayor valor promedio anualizado desde el año 2013 (US$ 4.677). En la conclusión del Ocla, este valor mantiene a la LPE como atractivo para los exportadores argentinos, ya que se ubica bastante por encima de la media histórica de 3.209 US$/tn (serie de los últimos 13 años) o de los 2.968 US$/tn que fue el promedio de los últimos seis años.
“Si esta última suba repercute en los precios de exportación de nuestros principales productos, el mercado externo continúa siendo atractivo, sobre todo en el final del año con muchos precios congelados en el mercado interno y con un consumo retraído debido al fuerte deterioro del poder adquisitivo de los ingresos medios de la población”.
Por otra parte, la industria láctea exportadora “a estos precios debe detraerles los derechos de exportación (9% para LPE), agregarle reintegros fuertemente disminuidos y sobre todo, convertirlos a pesos por un tipo de cambio oficial que lleva varios meses con un fuerte retraso respecto de los índices inflacionarios, ya que el dólar se valoriza alrededor del 1% mensual y la inflación crece por encima del 3%, lo que implica un retraso en los últimos doce meses de más del 20% en dólares”.
La firmeza del mercado
Los fundamentals de este escenario hablan de una producción mundial de leche estable y con retracciones en proveedores importantes como Nueva Zelanda, pero principalmente porque la economía mundial post pandemia (reactivación del turismo mediante), fortaleció la demanda de los compradores asiáticos. Se suma también que continúa muy complicada la logística marítima disponible, que encarece los fletes, al tiempo que se cierne sobre el mercado en general un aumento masivo del resto de los commodities.
Hay analistas que señalan también como un factor a la incidencia de las nuevas tasas de inflación en países poderosos que luego de las ayudas extraordinarias que aplicaron en sus economías para enfrentar al Covid, no sólo lograron fortalecer la demanda sino que propiciaron el aumento de costos y motivaron la aparición de consecuencias no deseadas.
Cómo impacta la inflación mundial
Por supuesto que un análisis de la inflación argentina en nada se compara a lo que sucede en el resto de las economías lecheras, pero sí es cierto que se observa un afectación en este rubro.
Así lo indicó el informe de la experta Patty Clayton, de AHDB Dairy, publicado por Ocla esta semana. “En septiembre, la inflación de los insumos agrícolas alcanzó su segunda tasa más alta, según el índice de inflación agrícola, y para los productos lácteos, los costos de los insumos aumentaron alrededor de un 25% en 12 meses”. Esto hace que “el aumento de los costos esté afectando a todas las categorías clave de alimentos, combustible y fertilizantes, y los afectados por los precios de la energía registran los aumentos más extremos”.
Al comparar los índices de costos de insumos en las cuatro regiones lecheras más determinantes (EE.UU., Unión Europea, Reino Unido y Nueva Zelanda), que miden la tasa de cambio en los precios pagados, las tendencias son muy similares. “Los costos de los insumos aumentaron entre un 6% y un 9% entre junio de 2020 y 2021 en EE.UU. (+6%), la Unión Europea y el Reino Unido (+9%), en tanto Nueva Zelanda (+3%) experimentaron el nivel más bajo de inflación en ese período, debido a su menor exposición a los costos de alimentación”. Cabe señalar que estas economías no suelen experimentar estas contingencias inflacionarias, por eso cuando suceden, sus consecuencias son de impacto global.
Coyuntura compleja
No suelen extenderse en el tiempo estos escenarios de precios altos para las exportaciones lácteas. Tal como se ve en el Gráfico con la curva del GDT para LPE, este es un mercado altamente volátil y muy sensible a los condicionantes externos. Por lo que cuando la oportunidad surge, la industria láctea argentina se apura a aprovecharla. Más que todo frente a un panorama de incertidumbre como el que caracteriza a la economía nacional.
El pico de producción de leche cruda de primavera (con su máximo alcanzado en octubre), encontró a la cadena láctea en una situación compleja. Por un lado, la recepción de materia prima se incrementó notablemente en medio de un consumo interno planchado y cayendo en sus productos más populares (leche, yogur, quesos blandos), mientras el Gobierno implementa un congelamiento de precios que no permite en muchos casos empardar los costos de producción a las fábricas.
Por otra parte, las centrales de la industria terminaron de cerrar con el gremio Atilra hace una semana, una paritaria del 50% anual, más un 6% a cuenta de futuras negociaciones, con bonos de fin de año para los trabajadores y aportes compensatorios para el sindicato, que coincide con la desaceleración del precio al productor en más de un 2%, ante la imposibilidad de actualizar precios a salida de fábrica.
Es por ello que el mercado exportador, con estos valores, se convierte en la única salida posible del eslabón para surfear este tsunami.
Al respecto, un ejecutivo de una importante industria de la cuenca central santafesina le confió a Agroclave su estrategia actual: “La imposición de precios congelados nos obligó a disminuir la provisión de productos a las grandes cadenas comerciales, porque queremos evitar el quebranto por no cubrir los costos. Estamos enfocándonos más en comercios de cercanía y pequeñas bocas de expendio, donde es posible aplicar márgenes diferenciales; en tanto más de la mitad de nuestra producción el mes pasado la hicimos polvo para poder aprovechar en el mercado externo los actuales valores; no nos queda otra”.
Según comentaron desde esta empresa líder, los nuevos contratos de exportación los están cerrando en 3.900 US$/tn, aunque admitió que los valores percibidos actualmente son de 3.400 y 3.500 US$/tn, ya que esas operaciones se cobran con tres meses de retraso habitualmente. De todos modos, como ya se mencionó en este espacio, persisten las complicaciones logísticas respecto a la falta de fletes marítimos refrigerados, y los pocos que están disponibles son poco competitivos para el estándar de la industria nacional.
Gustavo G. Gigena
AgroClave