10/08/2021 – El consultor y asesor de empresas Fabián Tommasone pondera lo humano como valor fundamental en las empresas agropecuarias y pone bajo la lupa cómo desandar la transición generacional.
En tiempos en donde la tecnología se lleva todas las medallas y parece ser lo que marca el ritmo en la evolución de una empresa, para jugar en las grandes ligas no hay que descuidar el rol de las personas, pues los recursos humanos serán aquellos que guíen y le den energía a ese salto de calidad. El consultor y asesor de empresas Fabián Tommasone pondera el valor humano y se refiere específicamente a la amalgama generacional, el desembarco de los hijos, sobrinos y nietos en las empresas familiares.
“Uno de los valores fundamentales en cualquier empresa es la transparencia que permite demostrar un adecuado control de gestión, y esto tiene que ver con tener buenos registros económicos, pero también con la comunicación y el compromiso”, apuntó Tommasone, que hace casi 40 años que trabaja estudiando el contacto humano, durante mucho tiempo asesor de varios grupos CREA y hace 8 años estudió coaching y facilitación para asesorar a las empresas familiares en el trabajo grupal con las que viene trabajando desde hace mas de 10 y 20 años.
“Muchas veces falla la comunicación, se cree que hay cosas que no hay que contar y la realidad es que la confianza arranca con la comunicación”, aportó el consultor, para quien “hay que hacer visible lo invisible”. Parte de ese flujo comunicacional, que tiene que ser en dos direcciones, tiene que ver con tratar de “influir y persuadir y no manipular a la gente o convencerla a la fuerza”.
En el capítulo de la transparencia, para Tommasone, “es importante sobre todo para los socios que no están activos en la empresa, que haya al menos una o dos reuniones por año para contar y mostrar con datos y números cómo está avanzando la empresa, recibir consultas y preguntas y que no queden dudas”.
“Planificar y anticipar es fundamental, y nunca tienen que olvidarse las empresas familiares de la rentabilidad global, no se trata sólo de ganar plata, sino de hacer las cosas sabiendo que hay familia de por medio”, esgrimió Tommasone.
Cruce generacional
“Si una empresa familiar quiere perdurar más allá de los que la fundaron, el desafío intergeneracional es fundamental”, apuntó Tommasone, que en casi todas las empresas con las que trabaja ya ha ingresado la segunda generación.
“Cuando hablamos de intercambio generacional aparece un triple desafío: el padre aporta la experiencia, en muchos casos la sabiduría y debería también entender la importancia de dar un paso al costado, que no quiere decir irse sino mirar la empresa desde otro lugar, porque si no deja el paso al a otra generación se generan inconvenientes la empresa no avanza tecnológicamente no sólo en lo productivo sino también en lo administrativo (comercial, tributario y financiero)”, explicó Tommasone.
Y prosiguió: “Después está el desafío de los hijos o sobrinos, que es capacitarse, porque ellos tienen que aportar la natividad tecnológica, y por otro lado entender que tienen que hacer su aporte desde el convencimiento, no de prepo”.
El tercer desafío incumbe a las dos generaciones: “para poder disfrutar del proceso algo que es fundamental en cualquier empresa familiar, si no funciona entonces hay que evaluar una división”. No por ser familiar, y quererse por el vínculo, significará que va a funcionar de igual modo en el plano empresarial.
“Muchas veces veo que la nueva generación, los jóvenes que van irrumpiendo como nativos digitales, les cuesta compartir, están con las redes pero no tienen el ejercicio de compartir cosas importantes para la empresa, no ven que el proceso se disfruta con el contacto, compartir es fundamental, porque lleva también a tomar decisiones en conjunto, a algunos jóvenes les falta empatía”, esgrimió Tommasone, para quien “el verdadero poder que hace invencible a una empresa familiar es cuando se une la efectividad (capacidad de acción) con la afectividad (sentimiento)”.
Vuelta de rosca a la “vulnerabilidad”
“Hasta hace unos años yo creía que la vulnerabilidad estaba vinculada a la debilidad, pero hoy sé que el que es vulnerable tiene un poder personal y si la empresa es vulnerable tiene un poder organizacional que le permite ser flexible”, sentenció Tommasone.
Y agregó: “Para ser vulnerable hay que tener humildad, hay que saber hasta dónde alcanza mi conocimiento para manejar un tema o situación y a partir de dónde hay que buscar a alguien con más experiencia y conocimiento para que lo lleve adelante”.
En ese sentido, para Tommasone, “saber rendirse, es una jugada maestra que genera libertad” porque “cuando uno reconoce hasta donde puede llegar, no es una derrota, es un triunfo”. Sin embargo, es algo que queda lindo como concepto, pero es difícil llevarlo a la práctica. “Cuando se entiende esto en una empresa se genera un poder increíble, por eso trato de inculcar mucho esto y estar cerca para acompañar el proceso”, dijo Tommasone.
Toda empresa busca el orden, pero es cuando aparece el desorden en algún área de acción cuando hay que ver como se actúa. “La mejor manera de hacerlo es asumiendo que ese desorden es el que abrirá las puertas del repensar, del replanteo y de la reconfiguración”, opinó Tommasone. Y sentenció: “Si esto se logra llegamos a la conclusión que el desorden es un factor organizador de la empresa”.
“Lo primero es darse cuenta, sobre todo la generación mayor, que aparecen cosas nuevas y no pueden manejarla, después viene la generación menor que tiene que ver si está preparada, si ahí no se encuentra la persona indicada, entonces hay que saber buscar en alguien que puede ser familia política o fuera de la familia, no hay que tenerle miedo a eso”, aportó Tommasone.
El arte de preguntar
Otra de las cuestiones interesantes a trabajar es, desde los puestos dirigenciales, preguntar. “El arte de preguntar es fundamental, muchas veces cuesta, pero es importante saber qué le pasa al otro, ya sea un pariente o un empleado, que es mucho más que una persona que trabaja en la empresa, es su familia, son los problemas económicos, etc… por eso, por más que algunos puedan sentirse vulnerables si le preguntan a un empleado cómo está, yo creo que es muy valioso”, dijo Tommasone.
Crecer siempre es una buena noticia, el asunto es poder desandar ese camino de manera consolidada, integrada y armónica, que no quiere decir que no no se pueda disentir, pero sí que luego de esa diferencia, se crezca.
Juan I. Martínez Dodda
Clarín