10/05/2021 – El alza global de los commodities y mejores perspectivas traen alivio a las cuentas fiscales y a las reservas internacionales.
“Al país lo salva una buena cosecha”, dice la frase que parecía archivada en la historia, apreció nuevamente en escena por dos razones: el boom de los precios de los commodities en los mercados globales y también porque es una de las pocas buenas noticias que está recibiendo el equipo económico que busca nuevos ingresos como sea. La soja creció 70% en un año y aunque está todavía debajo del récord histórico de 2012, encontró un piso muy alto. Ya en el verano se notó una fuerte corriente alcista en el precio de los principales productos de exportación de Argentina, pero la duda era la de si constituía una tendencia firme y sostenible para oxigenar las economías regionales.
El efecto chino. Además del cambio de guardia en los Estados Unidos (cuya economía, este año tiene proyectado un crecimiento del doble a lo que cayó en la pandemia de 2020), la figura excluyente es la de la performance de la economía china, ahora confirmada como la segunda economía del mundo (más de US$ 15 billones o 30 veces el volumen del PBI argentino de sus mejores épocas). El analista internacional Jorge Castro lo denomina el “superciclo de los commodities” que ve empujado por el crecimiento de su PBI que, incluso, el año pasado superó el efecto del Covid y terminó 2,3% más que en 2019.
A esto se le suma la conformación de un mega mercado regional entre el ASEAN (conformado por 10 países de Oceanía y el Sudeste asiático), China, Japón, India y Corea del Sur; que se irá convirtiendo en la primera potencia económica mundial y el primer demandante global del complejo agroindustrial.
Campaña exitosa. David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), los precios actuales se deben a varias razones. Hay más liquidez en los mercados mundiales y políticas expansivas de Estados Unidos que hacen sostenibles a estos valores. “Los precios, efectivamente son buenos (70% más que hace un año), aunque la presente campaña tuvo factores climáticos adversos que hizo caer la producción, como la sequía en Brasil y Argentina. Pese a todo, este año, el valor de la cosecha aumentó casi US$ 8.000 millones, por el efecto combinado con los mejores precios”, explica el directivo de FADA. La corriente de aumento de precios es general, con foco en algunos productos. También abarca a los lácteos, la carne que tuvo alzas y otros cultivos con menor volumen total.
Ese caudal de nuevo ingresos, sin embargo, no alcanzan para poner en marcha un nuevo ciclo interno porque hay decisiones que todavía no encuentran el marco de certidumbre necesario para poner en marcha un círculo virtuoso. A mediano plazo, los productores deberán tomar decisiones de siembra que se traducirán, meses más tarde, en la cosecha y el ingreso de divisas. Ahora se juega la siembra de trigo y la cosecha gruesa (soja, maíz y girasol) entre septiembre y octubre definirá el mix y el volumen de la producción. Eso también terminará definiendo la inversión en fertilizantes y la movilización de la cadena productiva en las zonas agrícolas. Si hay más incertidumbre, habrá una “sojización” porque exige un menor nivel relativo de inversión. En cambio, un panorama más claro y una hoja de ruta marcada le da previsibilidad al mercado y el maíz puede repagar mejor el gasto asociado.
La brecha. La otra incertidumbre es cuánto de este boom se traducirá en más liquidaciones e ingresos netos de dólares. La brecha cambiaria hace poner el freno de mano porque implica una carga impositiva de hecho adicional al nivel de retenciones que ya tienen todos los cultivos de exportación. En cuanto se perciba que el tipo de cambio se puede atrasar más y así aumentar la brecha porque se escapa el dólar “financiero”, habrá más demora en la liquidación de las exportaciones y peligrará el flujo esperado de dólares, a esta altura, maná en el desierto. La combinación de la brecha y retenciones hace que, aun obteniendo un precio nominal más alto no sea el que brinde más rentabilidad. Sobre los precios de Chicago, además del flete y seguros, hay que descontarles las retenciones (en función del producto) y la brecha cambiaria si se quiere medir en dólares, pero el precio obtenido en el caso de la soja es apenas superior al 40%.
Más reservas. El efecto benéfico del crecimiento del valor de las exportaciones es vital para lo que los economistas llaman el “Plan Empalme” marche regularmente. Para el economista Esteban Domecq, director de la consultora Invecq, estos precios apuntalan el plan que implementó el Gobierno para “permitir la estabilización del frente cambiario y que la economía transite recuperación económica”. Domecq cree que este hecho es muy positivo para la política económica por varios motivos: ”el Gobierno consiguió lo dólares que le faltaban para financiar la recuperación; le permite postergar la renegociación con el FMI para después de las elecciones y la liquidación récord de estos primeros cuatro meses del año permitió el veranito cambiario, que ya lleva cinco meses y un fuerte aumento de la recaudación a través de los derechos de exportación por más tipo de cambio, pero sobre todo por más precio, relajando las necesidades fiscales”, argumenta.
La sostenibilidad del actual ciclo es la incógnita que resta resolver. El economista estima que el boom de commodities, explicado por la mayor recuperación de la economía global y los importantes estímulos monetarios, se va a sostener en el corto y mediano plazo, pero no es suficiente para garantizar la solución de los problemas que ya arrastraba la economía argentina. “Nos vamos a consumir el boom sojero en estabilizar transitoriamente el frente cambiario e intentar desacelerar la inflación. Este programa lateraliza desequilibrios (el déficit fiscal y el desequilibrio monetario con el deterioro del cuadro patrimonial del Banco Central) y no corrige el problema de fondo”, concluye.
Las buenas cosechas y también los precios podrían ayudar a salvar la economía del país, pero ya no es suficiente. Esta vez, la combinación de una mayor liquidez mundial, expansión del comercio internacional y los precios en alza, constituyen una nueva invitación a subirse al tren del crecimiento. Una señal que espera la nueva hoja de ruta de la política económica para confirmar el inicio de un ciclo virtuoso.
Tristán Rodríguez Loredo
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